Cuando el mundo parecía una balsa de aceite y Donald Trump no amenazaban el orden surgido de la II Guerra Mundial (y menos aún sus fronteras), los canadienses (o algunos de ellos) llegaron a presumir de haber quemado Washington, el Capitolio…
Cuando el mundo parecía una balsa de aceite y Donald Trump no amenazaban el orden surgido de la II Guerra Mundial (y menos aún sus fronteras), los canadienses (o algunos de ellos) llegaron a presumir de haber quemado Washington, el Capitolio…